Conferenciante: Carlos Fco. Márquez Linares
El papel del cristianismo en la obra de Tolkien.
Tolkien se define a sí mismo como un autor católico. Esto resulta importante, porque podemos ver ciertos matices de esta religión en todos sus libros, a pesar de que él repetirá una y otra vez que no son alegóricos.
Empecemos relatando los hechos. La madre de Tolkien, en 1900, decide convertirse al catolicismo. Eso, en una sociedad anglicana como la inglesa, la convirtió prácticamente en una paria social. A ella,
y al mismo
tiempo, a sus hijos. Era una
viuda que dependía de sus familiares para su manutención, pero éstos, anglicanos, dejaron de lado a la familia de Tolkien. Así, cuando su madre falleció, Tolkien, con 12 años, se encuentra siendo católico en una sociedad que no los aceptaba, con un hermano, y sin nadie que cuidara de ellos. Entonces, aparece en escena un viejo conocido: el Padre Francis Morgan, que se convierte en tutor de Tolkien desde los 12 años, hasta los 21.
El rechazo y el abandono que sintió su madre y él mismo, hicieron que Tolkien siempre “culpara” de la muerte de su madre a sus familiares, y eso hizo que se aferrara mucho más a la religión católica. El tener de tutor a un sacerdote católico, debió colaborar bastante en ese sentido.
El catolicismo de Tolkien también le causó graves problemas. Tolkien se casaría con Edith Mary Bratt, más tarde Edith Mary Tolkien. Cuando se conocieron, él tendría unos 16 años. Sus notas empezaron a bajar, y Francis Morgan le dio a escoger entre estudiar, q era su único porvenir al carecer de dinero, o empresa familiar, o irse con Edith, y dejar los estudios. Tolkien decidió seguir estudiando.
Finalmente, Tolkien contrajo matrimonio con Edith Tolkien. Con todo, ella era anglicana, de manera que para poder contraer nupcias, ella renunció a su religión en favor del catolicismo. Eso hizo que, con los años, se fueran distanciando, teniendo sus discusiones, que en muchas ocasiones daban como resultado que ella le echara en cara el que la hubiera obligado a convertirse para ser marido y mujer.
No hay que olvidar que en la Inglaterra de principios del s.XX, ser católico era sinónimo, casi siempre, de pobreza, minoría social, y cierta separación. Este rechazo, hacía a Tolkien sentirse orgulloso de ser católico.
Literatura y subcreación
Tolkien siempre se definió a si mismo como un subcreador. Él no se consideraba un creador, puesto que ese papel se lo otorgaba solamente a Dios. Él, solo podía crear en base a lo que Dios permitía, es decir, subcreando sobre la obra divina.
Para él, el mundo que les rodeaba, el mundo real, era el mundo primario, creado por Dios. Todo cuanto habían los hombres, por lo tanto, al no poder ser parte de esa primera creación, era subcreación. Incluso el que crea algo, diciendo que Dios no existe, está haciendo una subcreación, ya que Dios es quien le permite crear.
Como ejemplo, los Valar (muy parecidos a los dioses olímpicos), en el Silmarillion, no pueden crear, solo pueden subcrear. Sus creaciones son una imitación, un eco de la creación de Eru. Melkor, no es capaz de crear. Por eso su canto es discordante. Todo cuanto él puede hacer es subcrear o corromper. Todo cuanto intente hacer viene, en último término, de Eru. No deja de ser planteable, por lo tanto, si todo cuanto ocurre en el Silmarillion, es decir, la caída de Melkor, Sauron, la guerra de los Silmarils… todo, es al final una creación de Eru, y por lo tanto, que clase de Dios puede ser Eru que no impide nada de esto.
Tolkien, en cuanto a la subcreación, considera que lo más cercano a la creación, pero siempre siendo subcreación, es la Fantasía. En la fantasía, el mundo es distinto al real, nadie discute lo que en él ocurre, porque es eso, precisamente, fantasía. Las leyes de la física que se han de seguir en las obras de ficción, basadas en el mundo real, no son aplicables en la Fantasía. Por ello, es lo más próximo que el hombre se encuentra a la subcreación.
Con todo, el mundo de La Fantasía no es infinito, ni mucho menos. A pesar de las enormes posibilidades que tiene, es necesario que haya cierta coherencia. Si el autor quiere que el lector pueda seguir el libro, se ha de establecer un pacto entre ambos. Es necesario que el lector se crea lo que está leyendo (dentro de unos límites); cuando deja de creerlo, se ha roto la magia, el hilo, y entonces, el lector observa que todo era subcreación.
Aún creamos según las leyes por las que fuimos creados.
Es un don tanto la capacidad de subcrear, como la propia obra creada. Todas las subcreaciones al final son en beneficio y gloria de Dios. Él es el creador principal, por lo tanto, Él es quien nos ha dado los dones para subcrear. Todo cuanto hagamos, lo honra.
La envidia
La envidia es importante en la obra de Tolkien. La envidia siempre ocasiona la caída, algo que en con Tolkien, aparece mucho. Los elfos, son criaturas ligadas a la tierra. Son inmortales, pero cuando mueren, desaparecen. Mueren con el mundo. Cuando el mundo se acabe, ellos morirán. Por el contrario, los hombres son de una existencia efímera como cuerpos, pero su alma es eterna, aunque eso no se vea nunca, y por lo tanto pueden alejarse del mundo y disfrutar de la vida en el más allá.
Esto, ocasiona envidias entre ambos colectivos. Los elfos envidian a los humanos por su alma eterna, y los humanos, que temen a la muerte porque no hay nadie que haya vuelto de ella, si es que se puede volver, envidian a los elfos por su inmortalidad en la tierra.
Los elfos, ante este miedo, deciden crear los Anillos de los Elfos, para ralentizar el envejecimiento del mundo. Con todo, esto va contra los intereses de Eru, que los ha creado de una manera determinada, y podría decirse que los elfos reciben su castigo cuando Sauron crea el Anillo Único, y con él controla a los tres anillos de los elfos. Como vemos, la caída tiene una reacción negativa para los elfos.
Alegoría, Aplicabilidad y Mito.
Tolkien, si algo negó siempre, es que en su obra existiera una alegoría hacia algo. Para él, simplemente era una historia, sin que nada viniera de ningún sitio, ni hiciera referencia a otras experiencias. Para él, en su obra, si bien es cierto que había mucho conocimiento proveniente de su vida (subcreación), también es verdad que ésta no esconde ningún mensaje oculto, que no hay nada más allá de lo que se está viendo.
Así, cuando siempre le decían que la Guerra del Anillo era la 2ª Guerra Mundial, o que el Anillo Único era la Bomba Atómica, Tolkien prácticamente se indignaba. Él consideraba que lo único importante era la propia obra, no un significado alegórico que él no había introducido.
Para él, el autor cuenta una historia; ni más, ni menos. Son los lectores (somos), los que buscan significados a algo que él ha dicho. Somos nosotros los que intentamos ver más allá de lo que hay, e inventamos lo que no hay.
Tolkien reconoce haber escrito un cuento a partir de ciertas ideas religiosas, pero que éste no encierra ni alegoría ni parábola. Simplemente consideraba que era imposible escribir algo obviando la vida de uno mismo, y por lo tanto, al final, lo que él escribiera tenía que tener reflejos de su propia vida, sin que ello significara que había algún mensaje.
La gente, con todo, a veces le decía cosas que, una vez el propio Tolkien reflexionaba, hasta él mismo reconocía que era correcto lo que eso representaba, sin que al escribirlo, él hubiera tenido esa intención. Su propio subconsciente lo traicionaba en ocasiones, y le hacía escribir algo que al final se podía entender como otra cosa.
Este es el caso del Pan de Lemba.
Se trata de algo que da fuerzas, revitaliza, y que cuanto más comes menos necesitas comer de otros alimentos. Duradero. Cuando le dijeron que era, claramente, la Eucaristía, Tolkien no pudo menos que reflexionar, y darse cuenta de su gran parecido (e incluso reconocerlo). Con todo, se excusó diciendo que esa no había sido, ni mucho menos, su intención. Él buscaba un alimento para los hobbits, algo que les diera fuerzas, que les permitiera viajar lejos sin tener que detenerse a cazar, y que ocupara poco. Tolkien necesitaba que las cosas parecieran lógicas, para que no se rompiera el nexo de unión entre el lector y el libro. Si Frodo y Sam hubieran viajado días y días sin detenerse para cazar, el lector se habría preguntado “¿y estos que comen?”, lo que habría roto el “pacto” entre obra y lector. Por eso, sacó la idea de las lembas. Y encajaban perfectamente.
Tolkien considera que “venimos de Dios […] e inevitablemente los mitos que entretejamos, aunque contengan error, también reflejarán un fragmento desprendido de la auténtica luz, la verdad eterna que está con Dios. Ciertamente sólo al hacer mitos, sólo al convertirse en subcreador e inventar historias puede el hombre aspirar al estado de perfección que conoció antes de la Caída. Nuestros mitos pueden estar errados, pero se encaminan, aunque temblorosamente, hacia el verdadero puerto, mientras que el progreso materialista sólo conduce al un abismo abierto y a la Corona de Hierro del poder del Mal.”
Tolkien, considera que quien escribe los mitos, cree en esos mitos. Para quién lo está escribiendo, todo cuanto cuenta es cierto; su historia, ha ocurrido. Esos Mitos son reales, aunque en realidad no lo sean, y resulta imposible verificar si lo han sido o no. El escritor debe proporcionar una explicación a aquello “extraño” que ocurra, aunque al final sea una explicación épica o heroica.
Para Tolkien, con todo, esos Mitos eran sencillos de hacer. Hoy en día, nadie podía verificar que aquello no había ocurrido realmente. El escritor podía creerlos, y hoy nadie podría demostrar la falsedad de estos (aunque tampoco su veracidad). Lo difícil, para Tolkien, era escribir Mitos en la actualidad, puesto que cualquier mito podía ser comprobado en el momento. La sociedad era más inteligente, menos crédula. Por eso, Tolkien, al escribir, consiguió publicar el Señor de los Anillos, ya que a pesar de ser fantástico, la magia con el lector no se rompía. En cambio, el Silmarillion era demasiado increíble, fantasioso. La gente no habría creído lo que había en esa historia, y por lo tanto, el pacto estaría roto antes de forjarse.
Algo que Tolkien utilizaba, era introducir al lector en medio del mundo. Quería que el lector no comprendiera todo cuanto ocurría a su alrededor. Cuando Merry y Pippin, son capturados por los Tumularios y llevados a los Túmulos, cuando Tom Bombadil los rescata, Merry grita “Los hombres de Carn Dûm cayeron sobre nosotros de noche y nos derrotaron”. Tolkien no da mayores explicaciones en referencia a quienes son los hombres de Carn Dûm, ni de quién son esos túmulos. Sencillamente, lo que hace Tolkien es introducir al lector en un mundo del que, al acabar de acceder, no puede aspirar a conocer todo cuanto ocurre, o todo cuanto ha ocurrido. Sin haber leído el Silmarillion, el lector no puede saber qué es Carn Dûm. Eso es algo que hace al lector sentirse inmerso en la obra.
La cosmología de Tolkien.
- Dios -Eru- es el Dios creador, y estaba antes de todas las cosas.
- Todo lo que no es Dios es creación.
- Dios crea seres dotados de cuerpo (hroa) y alma (feä).
- Los seres espirituales creados por Dios son sus hijos.
- Sólo Dios puede crear vida. Los seres creados pueden remedar y pervertir, pero no verdaderamente crear.
- Se produce una rebelión de los primeros creados, por envidia y ansia de dominio, liderada por el más poderoso de los hijos de Dios.
- Dios es bondadoso y respeta la libertad de los seres creados, pero apartarse del designio divino implica extrañamiento de la divinidad y es el origen del mal en el mundo.
A continuación, podemos observar algunas diferencias en las propias similitudes entre la obra de Tolkien, y la religión católica.
- Los primeros seres creados por Eru (los Valar), son manifestaciones de los diferentes aspectos e intereses de Dios; uno representa al agua, otro a la tierra, otro a la legalidad…; por el contrario, los primeros seres creados por Dios (en realidad los segundos, pues los Leviathanes fueron creados primero), los ángeles, si bien son muy parecidos a los propios Valar, no representan un aspecto concreto de Dios. Son simplemente los primeros creados, poderosos, y bastante parecidos.
- El modo de la creación, por medio de la música, en el caso de Eru, y la creación sólo por Dios, en el caso de la religión católica.
- Algunos de los poderes angélicos deciden vivir dentro de los confines del mundo creado (Arda), llenándolo de significado con su poder y atándose a él.
- Los hijos no angélicos de Eru son de dos tipos: elfos atados a la Tierra mientras ésta perdure y hombres de corta vida en la Tierra pero cuyo destino no está atado a la Tierra.
La caída y la derrota
En la Biblia hay muchas caídas (Adán y Eva, Caín y Abel, La torre de Babel…). Estas caídas se ocasionan porque alguien se rebela contra el plan divino, y, por ello, Dios debe castigar a quien se ha atrevido a tal afrenta. El castigo, tiende a ser muy duro (el derrumbe de la Torre de Babel que sepultó muchas vidas, la expulsión del paraíso para Adán y Eva…).
También, en la Tierra Media hay caídas. Y muchas.
· Melkor: El primer en caer. Se rebela contra Eru (Dios), y es expulsado por sus hermanos. Es el más poderoso de los hijos de Eru (como Lucifer), y se dedicará a corromper todo cuanto pueda de la obra de su padre y de sus hermanos. La mancha de Arda es ocasionada por él. La Tierra no es como debería haber sido, ha quedado manchada por Melkor, pero de ello surge algo bueno, una belleza más perfecta que si hubiera sido inmaculada.
· Aule: Es uno de los Valar. Tenía en él la esencia del Creador. Aule estaba impaciente por ver vida en la Tierra, y había pasado mucho tiempo desde que Eru había creado la Tierra, y ante la espera, decide crear unos seres, a escondidas de Dios (Eru); crea a los Enanos a partir de la piedra. Cuando Eru lo descubre (porque Eru lo ve todo), ofendido porque Aule haya creado vida antes que sus “primeros nacidos”, decide castigarle. Le acusa de crear imperfección, unos seres autómatas, sin voluntad propia, que solo obedecen las órdenes e intereses de Aule, una creación errónea. Asó, Aule acepta acabar con ellos, pero Eru lo detiene, pues los enanos, en vez de obedecer como autómatas, se niegan a morir. Eru les ha dado voluntad, y por lo tanto, pueden vivir, pero deberán dormir hasta el momento en que haya puesto en el mundo a los primeros nacidos. Con todo, vemos la parte negativa de esto. Los enanos y los elfos siempre se llevarán mal, y serán prácticamente enemigos, en recuerdo de aquella primera vez que los enanos casi fueron destruidos para que los elfos fueran los primeros nacidos.
· La caída de Feanor: Feanor, creador de los Silmarils. El mayor artesano de toda la historia de la Tierra Media, posiblemente. Era un elfo orgulloso, que se creyó capacitado para burlarse de los Valar y actuar por su cuenta. Su caída, se da porque no quiere poner SU creación al servicio de LA creación. Su caída llevó la destrucción a los Noldor y a los Teleri, y le causó a él mismo la muerte. Su caída se da porque no está dipuesto a que, trás la destrucción de los Dos Árboles que alumbraban Valinor, se niega a que sus Silmarils puedan devolverles la fuerza y la vida a los Árboles. Su orgullo, su arrogancia y su mezquindad ocasionaron la muerte de miles de elfos.
· La caída de los hombres: Númenor.
· Denethor: Denethor, Senescal de Gondor, enloquece al saber que su hijo Boromir ha fallecido, y al saber que el legítimo Rey de Gondor ha llegado a Minas Tirith, y que él va a perder su sillón, en el que lleva tantos años sentado. Está a punto de acabar con la vida de Faramir, su otro hijo.
· Boromir: Cae al intentar utilizar el Anillo Único para su propio beneficio, traicionando al propio Frodo. Con todo, muere dignamente, defendiendo a los
hobbits Merry y Pippin.
· Los elfos: Durante la 2ª Edad, se forjan los Anillos de los Elfos, con la intención de poder controlar el ritmo del mundo, y así poder alargar sus vidas. Son castigados, ya que Sauron crea su Anillo Único, y controla al de los elfos. Esto acaba ocasionando el fin de los elfos en la Tierra Media y su vuelta a Valinor.
·Saruman: Intenta parecerse a Sauron, pero no consigue alcanzar tal poder, y acaba cayendo, igual que los anteriores.
Tolkien deja claro que la salvación no está en la Tierra. Si vemos su obra, recoge perfectamente el sentir de que el mal no es erradicable. El mundo está caído. La simiente de la caída está permanentemente en la Tierra. La historia siempre se repite. Los elfos consiguen infligir una derrota a Melkor, pero poco después Melkor arrasa a un gran ejercito de elfos y les causa grandes daños. Cada vez que el bien gana, se da un resurgimiento del mal, que volverá a enfrentarse al mal. Vencen a Melkor, aparece Sauron. Cuando vencen a Sauron, los niños en Minas Tirith juegan a ser orcos. En la vida real, en el mundo primario, ocurre igual. La 1ª Guerra Mundial, la Gran Guerra, fue considerada como la última de las guerras. Poco después ocurrió la 2ª Guerra Mundial. Cuando esta acabó, se inició la Guerra Fría, y la amenaza nuclear. El propio hombre está caído, y no parará hasta haberse destruido, o al menos eso es lo que parece.
Gracia y Eucatástrofe
La Gracia de Tolkien, se refiere a que para que Dios intervenga, uno tiene que ayudarse a si mismo. La intervención divina es más bien, una especie de “suerte” en el momento oportuno, siempre que uno haya hecho tanto como pudiera.
El final del libro, con Gollum arrancándole el anillo del dedo a Frodo, resbalando, y finalmente cayendo a la lava en las Grietas del Destino, para acabar destruyendo el anillo, no es un final torpe. Trata de mostrar esta “gracia”. Así, se demuestra que el bien es lo que ha triunfado. Frodo, al llevar a Gollum consigo durante todo el camino, cuando debería haberlo matado, está cometiendo una locura. Los buenos actos de Frodo para con Gollum durante todo el viaje, hacen que, cuando el propio Frodo se muestra incapaz de acabar con el Anillo, sea Gollum quien acabe haciéndolo, y con todos los lugares posibles en los que resbalar, acaba resbalando en las Grietas del Destino, y muriendo junto con el Anillo; parece ser, que la gracia divina se muestra dándole un pequeño empujón a Gollum.
Otro ejemplo de esta “gracia”, lo vemos en Merry y Pippin. Para una misión tan arriesgada como la que se plantea, hacen falta héroes, y en vez de eso, se manda a cuatro hobbits, dos de ellos un par de jóvenes hobbits demasiado entrometidos. Pero su ofrecimiento generoso hace que no puedan ser rechazados, y finalmente, se demuestra la importancia de éstos, tanto con los Ents, como en Rohan, e incluso ayudando a acabar con el Rey de los Nazgul.
La Eucatástrofe hace que, todo aquello que pueda salir mal, y que parece que tiene que salir mal, sin ninguna posibilidad para el bien, acabe bien, con una victoria del bien. Hay que pensar que todo va a salir mal para que al final, la Eucatástrofe haga que todo salga bien. La Eucatástrofe es el giro de tuerca del último minuto, el cambio de que todo vaya mal a hacer que todo acabe bien. Es un recurso literario muy utilizado, que dota de mayor épica a la historia, pero que ha de ser bien llevado a cabo para que no parezca excesivamente increíble.
El Mal y el Libre Albedrio
Hay una primera versión del mal, maniquea, que nos hace ver que el bien y el mal son dos compañeros inseparables, que siempre luchan en una batalla sin fin, de la que ninguno de ellos puede salir vencedor definitivamente.
Así, vemos que el Anillo, lo que hace, es amplificar la tentación; Sam se ve como el mejor jardinero, Boromir como el mejor guerrero, y Galadriel como una gran reina, cuando se sienten tentados por el anillo. El mal intenta hacer que caigan (la caída siempre está presente en la obra deTolkien, junto con la tentación; incluso en Sir Gawain, vemos la caída y la tentación como elemento importante de la obra).
En cuanto al libre albedrío este aparece configurado como la libertad que dio Eru a sus creaciones para decidir por si mismas. Dios, por amor a sus hijos, los dota de libre albedrío, y así se excluye de su participación en el bien o el mal de sus criaturas.
Los propios Pueblos Libres, no son libres porque no tengan un líder (lo tienen, y los manda a la guerra sin dudar), si no porque no están sometidos a nadie, tienen el libre albedrío para decidir sus acciones por si mismos (al menos sus dirigentes).
La inmortalidad, estrictamente una longevidad coextensiva en Arda. Para los elfos, el Bien de Iluvatar es la capacidad que les ha dado a los hombres de morir, pero tener un alma que traspase este mundo; los hombres, en su forma de alma, no están ligados a la Tierra. Los elfos si, y por eso, para ellos, cualquier muerte es un motivo de mayor desesperación. Esto lo podemos ver en el matrimonio de Arwen y Aragorn. Arwen, como elfa, puede ser inmortal, pero decide prescindir de esa inmortalidad para estar junto al hombre al que ama, Aragorn. Éste, tiene una longevidad más allá de lo normal, pero finalmente muere como un gran hombre, cuando él quiere, ya que considera que ya ha vivido suficiente, y es hora de descansar (decide morir a los 210 años). Aragorn, muere sabiendo que hay algo más allá de la muerte, tiene esa esperanza, y por ello muere tranquilo y feliz. Por el contrario, Arwen, una elfa educada como tal, llora desesperada cuando ve a Aragorn muerto, ya que para ella, después de la muerte no hay nada. La muerte tiene una trascendencia mayor para ella. Por eso abandona el reino, y se va hasta Lorien para morir sola. Siente un dolor inconsolable, puesto que ella es incapaz de creer en la posibilidad de que el alma sobreviva al cuerpo.
La paradoja del cristianismo
Hay que perder para ganar. Los humildes serán ensalzados. Bienaventurados los humildes porque ellos serán salvados. Jesús tiene que morir para salvar al hombre. El cristianismo parece indicar que para conseguir algún bien, antes hay que sufrir. Sacrificio. En el libro, al final, ocurre algo parecido. Aquellos de los que todo el mundo se ríe, aquellos que son humillados, son quienes finalmente adquieren toda la gloria: los hobbits. El propio Sam, cuando vuelven de las Grietas del Destino, se convierte en alcalde de la Comarca, y Aragorn, como rey, no entra en la Comarca, si no que espera a que Sam salga fuera antes de saludarlo. Se le otorga un gran honor a Sam. Incluso el propio Frodo, aunque de una forma más trágica, obtiene el honor de marchar a Valinor con los elfos. Vemos pues, que aquellas criaturas más humildes consiguen al final, no solo vencer al mal, si no además adquirir gran relevancia y fama.
Conclusión
Puede decirse que el principal propósito de la vida, para cualquiera de nosotros, es incrementar, de acuerdo con nuestra capacidad, el conocimiento de Dios mediante todos los medios de que disponemos, y ser movidos por él a la alabanza y acción de gracias.